PRESENTACIÓN

En esta sección de nuestro blog se incluirán, a partir de este momento, todos aquellos textos aprobados por sus méritos, como ejercicios de escritura. Estos ejercicios continuarán con otras formas de expresión literaria: diálogos, etopeyas, monólogos interiores... etc. Raymundo GC.

martes, 5 de noviembre de 2013

DEL OTRO LADO DEL CRISTAL


De repente alguien tocó a la puerta. Todos dormían. ¿Quién podría ser tan temprano un domingo por la mañana? el muchacho que trae el cerdo no abre la reja y toca a la puerta; él tiene otro método: tira piedrecitas al techo. Éste, ahora extraño, era alguien cercano a la casa, tanto así, que sabía el secreto del candado: abría sin llave. Pero para que algo abra tiene que estar cerrado, y esto era lo que no pasaba, el candado no cerraba, siempre estaba abierto aunque pareciera que no. Este secreto sólo lo sabíamos nosotros y ahora él, que justamente en este preciso instante vuelve a tocar la puerta. Lo hace con mucha prudencia, como si quisiera que sólo yo escuche y en efecto sólo yo lo hago. Sabe que a estas horas los demás están dormidos. Adormecido aún, fui a abrir la puerta. Era una puerta vieja, por lo tanto mañosa; había que meter el pie a la ranura que dejaba entre el piso y la parte inferior, luego suspenderla con fuerza y ahora sí, abrir la cerradura. Advertí su presencia imponente bajo el umbral, era él, tan desconocido pero a la vez tan familiar. Entró, puso el sombrero en un clavo torcido por las tantas veces que se había caído de la pared corroída y se dirigió a la cocina por una taza de café. Era tanta su presencia y su autoridad que lo hacía moverse libremente por todo el ámbito de la casa como si habitara en ella de toda la vida. No me dejó decirle que era muy temprano, por lo cual, no iba a haber café.

—Probablemente hay de ayer en la tarde —fue lo que dije. Tomó un tazón de café, de pie, mirándome callado, con inusitada conciencia, como si fuera el eslabón perdido de la cadena rota de su memoria. Era él y era yo, éramos ambos; él allá y yo aquí, compartiendo un mismo tiempo asimétricamente paralelo. Me fui y se fue al mismo tiempo, tal vez conmigo o, tal vez yo me fui con él, quizá yo soy él o quizá él es yo; o tal vez convergemos en un mismo tiempo, en un mismo espacio, en un mismo mundo, en un mismo cuerpo; tal vez sólo nos separa la cordura, tal vez sólo nos une la locura -eso en términos abstractos- ahora, sólo lo hace el grosor del espejo.

Vincent Taborda

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